Las patatas estaban muy mal vistas en los siglos XVI y XVII, incluso se destinaban a la alimentación de los cerdos y en Francia era ilegal consumirlas, pues las creían causantes de lepra.
Antoine Parmentier sirvió como farmacéutico en el Ejército francés en 1757 en la Guerra de los Siete Años contra Prusia. Hecho prisionero, sobrevivió comiendo patatas y, a su regreso a París, se dedicó a estudiar el tubérculo y a difundir sus beneficios nutricionales.
Por otro lado, Parmentier estaba convencido de que la patata sería la solución a la hambruna que sufría Francia por aquel entonces. Sus compatriotas, sin embargo, eran bastante reacios a degustar aquel producto hasta entonces repudiado.
Entonces Parmentier, conocedor sin duda de esa atracción por lo prohibido que manifestamos la mayoría de los seres humanos, recurrió a una estratagema para atraer la curiosidad de la población: preparó una plantación de patatas y contrató soldados para que la custodiasen durante el día, esto fue suficiente para que la gente entrase por la noche a robarlas…
Y así la patata fue entrando en los platos europeos y el nombre de Parmentier quedó vinculado a muchas preparaciones que contienen patatas.
INGREDIENTES:
– 8 o 9 patatas
– Un poco de aceite de oliva
– 25 grs. de mantequilla
– Un vasito de leche (aprox.200 c.c.)
– Sal
ELABORACIÓN:
Pelamos y lavamos las patatas. Las cortamos en 3 o 4 trozos y las hervimos durante unos 20 minutos.
Las escurrimos y las pasamos por el pasapurés. Reservamos.
En una sartén calentamos el aceite de oliva y le añadimos la mantequilla. Seguidamente incorporamos las patatas que teníamos reservadas y mezclamos bien.
Añadimos sal y agregamos el vasito de leche.
Rectificamos de sal y listo para servir.
Bon profit!
Acompañamiento excelente, sobre todo para cualquier elaboración con salsita…. mmmmmmmm