Las olives trencades (aceitunas rotas, si lo traducimos de forma literal) son más comunes de lo que pueda parecer a simple vista. Es muy cierto que sus particularidades son infinitas y es muy cierto también que su origen se remonta a hace ya muchos siglos, pero al mismo tiempo, tampoco resulta sorprendente que unos ingredientes tan comunes en las riberas del Mare Nostrun hayan sido asociados de formas tan similares: sin ir más lejos, encontramos platos muy parecidos a éste en tierras tan distantes como Turquía, Siria o Libia.
En el recetario romano “De re coquinaria”, supuestamente escrito por el gastrónomo romano Marcus Gavius Apicius, allá por el siglo I después de Cristo, encontramos una descripción pormenorizada de cómo salar aceitunas que es prácticamente idéntica a la que se utiliza hoy en día. Por desgracia, debemos tener en cuenta que muchos de los textos romanos que han llegado hasta nosotros han sufrido sustanciosas modificaciones con el paso del tiempo, y el “De re coquinaria” no es una excepción (de hecho, se sabe que se le añadieron unas cuantas partes en torno al siglo V, lo cual por supuesto hace imposible la datación correcta de la receta), pero si pensamos que los estudios más recientes hablan de que fueron precisamente los romanos quienes introdujeron el cultivo del olivo en estas islas (cosa que ellos habían aprendido de los griegos, quienes consideraban sagrados a dichos árboles, y que por supuesto ya conocían las virtudes tanto de las aceitunas como del aceite), no sería tan raro que aquellos cocineros supiesen prepararlas de una forma bastante parecida a la actual, ya que a pesar de que haya transcurrido tanto tiempo y tantos avances desde entonces, el proceso de fabricación se ha desnaturalizado muy poco.
Y eso es debido precisamente a que la esencia de las “olives trencades”es justamente eso: su naturalidad. Esas aceitunas, su forma y su sabor, y sobre todo su característico gusto (que nadie olvida una vez las ha probado y que también es un poco difícil para los paladares poco acostumbrados), representan en su sencillez la esencia de un mar con entidad propia, un lugar que desde hace siglos posee unas características que lo hacen distinto a cualquier lugar del Mundo.
INGREDIENTES:
(Salen unos 10 botes aproximadamente)
– 2 kilos de aceitunas mallorquinas
– Tronquitos finos de hinojo
– Hojas de limonero
– Pimientos verdes picantes
– Agua
– Sal
– Un huevo (para el punto de sal)
– Bolsa de plástico transparente
– Botes de cristal
ELABORACIÓN:
Colocamos las aceitunas dentro de una bolsa de plástico, aplanamos y con un martillo las vamos partiendo una a una (la finalidad de la bolsa es no salpicar ni manchar).
Una vez partidas las ponemos dentro un bote de cristal grande con agua y tapamos.
Durante cinco días cambiamos el agua de este bote y después procedemos a prepararlas (Si cambiamos el agua menos días o no la cambiamos, tendremos que tardar más tiempo en comérnoslas).
Limpiamos bien las hojas de limonero, los tronquitos de hinojo y los pimientos picantes. Sacamos las aceitunas del bote y las colamos.
Preparamos el agua sal de la siguiente manera: llenamos un jarro u otro recipiente con agua, añadimos sal y removemos con una cuchara de madera. Para saber si está bien de sal, sumergimos el huevo en esta mezcla y está en su punto cuando el huevo flota asomando sólo un extremo equivalente a una moneda de 10 cts..
Ahora empezamos a rellenar los botes, haciendo capas de tronquitos de hinojo, hoja de limón(algunos trocitos), pimiento picante (partidos en dos) y aceitunas.
Cuando faltan unos 2 cms. para llenar el bote, acabamos con una hoja de limonero y un poco de hinojo.
Luego cubrimos estas capas con el agua sal que tenemos preparada. Tapamos y guardamos y al cabo de tres o cuatro días ya se pueden comer.
Durante este procedimiento se debe usar siempre una cuchara de madera.
Bon profit!
Receta original y elaboración: Rafael Ramis Riera
Estas manitas las conozco .
Un gran maestro, no he comido otras aceitunas más buenas en mi vida.
Un beso.
Estoy de acuerdo con Fela, sin duda unas de las mejores «trencades» que he comido. Tienen que salir buenas por fuerza, la veteranía es un grado.
Un acierto incorporar las famosas «trencades» de Rafael Ramis, maestro en la cocina y mejor persona. un «10.
Tambien se pueden mezclar con hierba de olives, tipica en el Baix Ebre y solo poder esta hierba + 100grs. por litro de agua, se cambia el agua cuatro dias y estan ya preparadas para comer.
Hola Marcos soy Carmen de Marcos de tio Vicente.
Las mejores aceitunas que he provado y del mundo en una escala del uno al diez le daria un 100.
Sigue con esta página tan fantastica.
Besos Carmen
Hola Carmen,
Realmente las aceitunas son insuperables. Gracias por tu comentario. Un beso.
Por fin hoy las preparé, ayer Rafael me dio «el vist i plou» para salarlas, un poco más y las dejo sin amargor, ya os contaré que tal.
Seguro que no superaremos las de Rafael .
Si que son las manos de Rafael… Y si que son inmejorables. Un abrazo.